El Tiempo Profundo en la Isla Brumosa
/Lo que sigue es una defensa de los paisajes.
Donde Lock Curuisk y Lock Scavaig están arrullados bajo unos Cuillins imponentes, podemos ser testigos de una vista única en Bretaña, vuelta rapsodia por Scott, recapturada por el pincel de Turner.- J.B. Whittow [1]
Hay muchas maneras en que un artista y un geólogo son similares. A ambos nos interesan los fenómenos materiales de este planeta. Ambos dependemos de medidas relativas, de las relaciones entre una forma y otra. Más allá de esto, el entendimiento del tiempo profundo (un concepto de geólogos) es lo que permite verdaderamente a un artista entender la escala, nuestra herramienta más fundamental. Encontrar una discordancia, buscar aquella cosa que no está ahí a través de la aguda percepción de lo que sí está ahí, es propio de las facultades de artistas y geólogos por igual.
No es muy común encontrar tierras que contengan todas las capas del tiempo, desde el Precámbrico[2]hasta el Holoceno[3], ya que eventos como las fallas, la erosión y la elevación, interrumpen y muchas veces borran cientos de millones de años de información. La isla de Skye,[4] contiene todos estos eventos—los extremos de la construcción y destrucción del territorio en el Planeta Tierra. Aquí en la Isla Brumosa, 4.55 mil millones de años de material han sido añadidos por actividad volcánica y depósitos sedimentarios. En algunos lugares, ¾ de estos materiales han sido removidos por glaciares hasta las rocas Precámbricas, de las cuáles la más vieja tiene más de 3 mil millones de años. Esta supresión resulta en un rompimiento total en el récord geológico. En la Falla de Cabalgamiento de Moine, que se extiende entre el noroeste de Escocia y en la parte del sur de Skye, la línea de tiempo fue revertida cuando, según lo descrito por Whittow, “Las olas de la falla de Caledonia[5] rompieron contra el promontorio del noroeste escocés, conformado en gran parte por las Lewisianas y las Torridonianas.[6] Fue tan fuerte la presión tectónica desde el este y sureste, que partes de la superficie del promontorio fueron cortados y llevados hacia adelante a lo largo de estos planos de dislocación de bajo relieve. Puesto de manera más sencilla, rocas de 3 mil millones de años de antigüedad fueron empujados encia de rocas mucho más jóvenes. Este fenómeno fue reconocido por el geólogo escocés Archibald Geikie en 1883, casi 100 años antes de que las placas tectónicas fueran añadidas a los libros de texto sobre geología.
Los escoceses tienen una larga historia en el estudio de la geología (mucho más que otros pueblos), y de hecho el concepto del tiempo profundo fue desarrollado aquí. Este se le atribuye al escocés James Hutton, el padre de la geología moderna. Fue él quien, en el siglo XVIII, expuso que la tierra no podía tener únicamente 10,000 años, como lo describe la Biblia. Fue Hutton quien descubrió la primera discordancia—una brecha en la estratigrafía donde algunas formaciones rocosas ya no se encuentran presentes. Es justamente esta información faltante la que esclarece aquello que ocurrió geológicamente. También fue Hutton quien se dio cuenta que no todas las rocas son sedimentarias, construidas desde la arena y el lodo, pero que muchas rocas son ígneas, provenientes de un infierno derretido dentro de la tierra—y que bella idea es esta. Hace falta una visión particular, entre filosófica y espacial, para identificar un concepto tan elusivo como el tiempo profundo.
Más allá de su posición dentro de la historia de la ciencia moderna, este lugar encanta por sus formas inusuales y la belleza de las montañas que pide ser capturada. Las calderas y acantilados de la cordillera Trotternish, de la era Terciaria[7] han sido esculpidos por la erosión glacial del Pleistoceno[8]que han dejado tras de sí rocas ígneas que están inclinadas hacia arriba y hacia abajo, frunciendo y sonriendo, cubiertas por páramos, como trajes de baile hechos de piedra. Las adiciones y sustracciones de formas como estas, se convierten fácilmente en escenarios de contemplación romántica para un artista.
Los geólogos ven el mundo en secciones, similar a la visión de los dibujos detallados de un arquitecto, cuyas intersecciones de elementos proveen una visión particular sobre el objeto en cuestión. Entendiendo el material que compone este planeta, esclarecemos nuestro entendimiento de sus formas, las fuerzas que las moldean, y los detalles de su construcción. El geólogo cava un hoyo que revela las capas de aquello que conocemos y de aquello que no. Lo que conocemos son fósiles, organismos que sabemos que vivieron y murieron en una determinada época. Estos depósitos pueden convertirse en combustibles fósiles: las negras y definidas líneas de las grietas de carbón[9] son, en muchos casos, los únicos datos numéricos que se pueden extraer de un territorio nebuloso, como lo es el de la geología. Aunque los físicos hayan podido responder algunos de los misterios de la vida en el átomo, los geólogos todavía deducen aquello que ven a través de las relaciones entre las formaciones a su alrededor.
Es imposible dibujar la bruma; dibujar las nubes; dibujar el viento, con algún tipo de certeza. Sólo se pueden dibujar sus efectos. Estas son el tipo de cosas que no pueden ser explicadas por un mapa o por la estratigrafía, en un plano o en una sección, aquellas que una cámara no puede ver y que un calibre no puede tocar—lo invisible, fuerzas físicas que le dan forma al material. ¿Quién puede asegurar que no hay un hecho todavía esperando a ser descubierto, incluso por un artista? Este paisaje debe ser escalado y contemplado, dándose el tiempo de detenerse a dibujar sus cimas y valles, y de pasar la mano sobre la topografía. Sólo porque algo no se pueda ver, no quiere decir que no se pueda reconocer. La bruma oscurece la distancia de manera en que el primer, segundo y tercer plano se convierten en una misma superficie; no hay puntos de fuga si todos los puntos se han desvanecido. En un instante, el viento puede empujar todo hacia el mar, arrastrando el césped hacia los lados. El basalto es negro, el cielo es azul, hasta que todo vuelve a ser bruma blanca, de nuevo. Estás dentro de una caja de luz, debido al sol del Norte que se mueve lentamente, típicamente ofreciendo 20 horas de luz durante el verano. Presuntamente, esto sería beneficioso para dibujar, si no fuera por el viento que mueve las nubes de manera tan veloz a través del cielo, que reconstruye las sombras que se proyectan cada minuto.
Dada la certeza del mapeo digital y de la asignación de fechas por radioactividad, cavar hoyos en la tierra y recolectar muestras parece estar fuera de uso. Por estas razones, son los artistas quienes siempre dibujarán el mundo natural; el estudio de la forma como el dorso de las ciencias naturales. Como lo dice Niki Logis, “Sólo en un dibujo es posible captar que el punto más alto del cielo está a 60 millas de la superficie de la tierra; se puede llegar hasta allá en una hora en carro!”
Piedra de las canteras, hierro de las minas, la descomposición anaeróbica de organismos antiguos—este es la suma del paisaje sobre el cual dependen tanto artistas como constructores. Es, entonces, imperativo que tomemos conciencia de estos materiales y sus formas, los procesos de su cristalización—estar seguros y claros en nuestras intenciones. En el Holoceno tardío en que vivimos, es difícil resistirse al impulso de añadir significado a las obras de arte; pero cuando la forma viene primero, los significados allí presentes se revelan. Así que aquí, en este lugar Skye, uno llega a la única solución: dibujar un paisaje. Y en vez de explicar el porqué con palabras como niebla o bruma, se puede responder claramente con un ¿por qué no?
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J.B. Whittow, Geology and Scenery in Scotland, Penguin Books, Ltd., 1977 ↩
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600 millones de años más viejo. ↩
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12,000 años hasta el presente. ↩
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Skye, de la palabra gaélica para “ala” “sgiath”, como el viento; también conocida como la Isla Brumosa. ↩
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La orogenia Caledoniana, formación de granitos; período de muchos pliegues y fallas geológicas. ↩
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Las piedras areniscas más viejas de Escocia, de hasta 1.7 mil millones de años. ↩
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Plioceno-Pleistoceno, hace alrededor de 7 a 65 millones de años. ↩
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La Era de Hielo, hace 65 millones de años. ↩
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Un depósito de carbón suficientemente grueso como para poder ser minado con ganancias económicas. ↩